Yo voy soñando cominos
de la tarde; las colinas
doradas; los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿A donde el camino írá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero
-La tarde cayendo está-
"En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logre arrancarmela un día:
ya no siento el corazón"
Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando, suena el viento
en los álamos del río.
La tarde más se oscurece;
y el camino que serpea
y debilmente blanque,
se enturbia y desaparece.
Mi cantar vuelve a plañir:
"Aguda espina dorada,
quien pudiera sentir
en el corazón clavada"
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